Los motivos que nos llevan a aprender a patinar pueden ser muy variopintos, desde ponerte en forma o conocer gente, a encontrar una actividad común entre padres e hijos.
Igualmente, los objetivos que nos marcamos a medio-largo plazo dependerán de la persona, pero, sobre todo, del momento, y sin darnos cuenta, los vamos cambiando y reconfigurando durante el proceso de aprendizaje.
Puede que nuestro primer objetivo sea mantener el equilibrio y poder dominar técnicas básicas como el freno y el giro, que nos permitan patinar de forma segura por nuestra cuenta, mientras realizamos una actividad divertida y nos ponemos en forma. Pero una vez alcanzado ese objetivo, lo más normal es que queramos más, y por ello nuestra nueva meta es posible que ahora sea aprender a derrapar, dominar el patinaje de espaldas, o usar nuestros patines como medio de transporte.
Está claro que nunca se deja de aprender; los profesores continuamos aprendiendo día a día, afianzando nuestro patinaje o descubriendo técnicas nuevas. Muchos alumnos, niños y adultos, cuando alcanzan un nivel de patinaje medio, se plantean cuál será su siguiente objetivo, y qué opciones existen.
Existen muchas modalidades y especialidades; en Roller Madrid, para complementar los conocimientos aprendidos en las clases, o para los que buscáis algo más, os ofrecemos velocidad, slalom y hockey, además de intensivos específicos. Hoy nos vamos a centrar en el hockey línea.
Se trata de un deporte en el que no sólo hay que tener dominio sobre los patines, sino también habilidad con el stick. Además, es tan importante la velocidad, como la frenada.
Los beneficios de esta disciplina son múltiples: en las clases o entrenamientos, no sólo se ejercita el tren inferior como consecuencia del patinaje, sino también el tren superior y el tronco (espalda y abdominales), consecuencia del manejo del stick y la realización de pases y tiros, por lo que se trata de un deporte muy completo.
En lo que concierne al patinaje, el hecho de tener que llevar un stick en las manos y manejar una pastilla a lo largo y ancho de una pista, nos hace estar más pendientes del posible regate, el pase largo o el tiro a puerta que del propio patinaje, mejorándolo casi sin darnos cuenta.
Pero, ¿cómo podemos mejorar nuestro patinaje a través del hockey? Si bien tener fuerza y precisión es importante a la hora de marcar un gol o dirigir la pastilla a la pala del compañero, no nos olvidemos que el patinaje es la base de este deporte. El hockey es muy explosivo, por lo que es imprescindible dominar el arte de las arrancadas y frenadas (a través de derrapes), que se van alternando en un espacio muy corto. Por tanto, seremos capaces de controlar los distintos tipos de freno, y mejoraremos la potencia de nuestro patinaje, y, consecuentemente, la velocidad que adquirimos. La mejoría de estas habilidades la notaremos, por ejemplo, al patinar por la calle y realizar rutas.
Para poder manejar bien la pastilla, es necesario mantener una posición de estabilidad, que la conseguiremos bajando nuestro centro de gravedad. Además, el patinaje de espaldas es crucial a la hora de defender, por lo que mejoraremos tanto el propio patinaje de espaldas (impulsos, giros cruzados, frenadas, sí, sí, otra vez las frenadas…), como las transiciones. Sin darnos cuenta, estamos mejorando nuestro equilibrio sobre los patines, adquiriendo una posición mucho más estable en todo momento.
El cambio de pesos entre un patín y otro se realiza continuamente y de forma prácticamente imperceptible, ya que es necesario para efectuar un buen regate o controlar la pastilla a lo largo de la pista. Todo nuestro cuerpo ha de estar alineado para conseguir la mayor efectividad, y todo ello, mientras rodamos. Realizar una transferencia de pesos correcta nos ayudará, por ejemplo, en una ruta a la hora de esquivar un bache.
Y todas estas habilidades las vamos adquiriendo y mejorando sin darnos cuenta. Pero el hockey, como cualquier otro deporte de equipo fomenta la visión de juego, y por la rapidez del mismo, la lectura de trayectorias, tanto de los compañeros, como de los rivales y la pastilla. Además, todos los jugadores deben dar el máximo para obtener un bien común, por lo que se fomenta el compañerismo, el trabajo en equipo, y el respeto a los demás, ya sean tus propios compañeros, como el equipo contrario o el árbitro.
Eso sí, como siempre, ¡lo mejor es el tercer tiempo!
